¿Qué es la depresión?

Muchas definiciones y un consenso

Actualmente, se estima que 280 millones de personas sufren depresión constituyendo la causa más frecuente de discapacidad a nivel mundial (WHO, 2021). Cada vez es más común escuchar diagnósticos de depresión en casi todas las edades —niñez, adolescencia, juventud y adultez—; y en casi todos los ambientes —familia, escuela, universidad, trabajo, paro—; de alguna u otra manera, la depresión se está volviendo cada vez más común. Pero ¿qué es la depresión exactamente y cómo se puede entender mejor?

Precisamente por la ubicuidad de la depresión, las respuestas que esta pregunta urgente ha recibido son muy variadas. Hay respuestas en la literatura, en el arte, en las religiones, en las tradiciones familiares, en las cosmovisiones individuales y, finalmente, también en la ciencia.

Según el proceder acostumbrado de la ciencia, primero es necesario definir con precisión la depresión para luego poder tomar decisiones adecuadas según la naturaleza de la enfermedad. Pero ¿es posible que en la ciencia exista también un consenso en la definición de la depresión? Porque también dentro de la psicología y psiquiatría hay escuelas de pensamiento distintas y, como es natural, hay desacuerdo entre ellas.

En efecto, esta falta de consenso en las definiciones no es exclusiva de la depresión, sino también de otros conceptos más básicos como la personalidad o las emociones. Entre tantas perspectivas e ideas distintas sobre la depresión, ha prevalecido una solución porque maximiza la objetividad de las conclusiones y las investigaciones: la elaboración de un manual de diagnóstico de enfermedades mentales.

Este manual —conocido como el DSM— sintetiza la esencia de cada enfermedad mental en un listado de síntomas que, al manifestarse en un individuo, constituyen razón suficiente para que el profesional lo diagnostique con esa enfermedad. La solución es sencilla, permite la comunicación entre distintos profesionales de salud mental y con profesionales de otras áreas como los abogados, es relativamente fácil de aplicar y orienta el trabajo de intervención y recuperación.

Resumidamente, veamos el caso de la depresión, que uno de los manuales de diagnóstico, el DSM 5, denomina Trastorno Depresivo Mayor:

  1. Cinco (o más) de los siguientes síntomas han durado dos semanas y significan un cambio en su estilo de vida. Por lo menos uno de los síntomas es estado de ánimo deprimido o pérdida de interés o placer.
    • Estado de ánimo deprimido constante y casi cada día.
    • Disminución del interés o placer en su vida en general
    • Aumento o disminución del peso sin hacer ninguna dieta para conseguirlo
    • Insomnio o hipersomnio
    • Movimientos muy rápidos o lentos
    • Fatiga o pérdida de energía
    • Sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva
    • Disminución de la habilidad para pensar o concentrarse, indecisión
    • Pensamientos recurrentes sobre la muerte
  2. Los síntomas causan malestar e interfieren con el funcionamiento cotidiano

La depresión queda resumida en dos síntomas ejes: el estado de ánimo deprimido y la pérdida de interés o placer; a los cuales los puede acompañar todo el resto de síntomas en distintas configuraciones: movimientos rápidos junto con pensamientos recurrentes sobre la muerte o insomnio y sentimientos de inutilidad.

Aparece el problema…

Aunque esta solución es buena, no está exenta de problemas porque, si a estos dos síntomas ejes se les pueden añadir las más variadas combinaciones del resto de síntomas enumerados, se obtienen niveles de ambigüedad que hacen imposible cualquier diagnóstico preciso. Según este modelo, dos personas que no comparten más que un síntoma reciben el mismo diagnóstico, incluso dos personas con síntomas completamente opuestos (insomnio e hipersomnio) pueden ser diagnosticados igualmente.

A pesar de esto, el diagnóstico de trastorno depresivo mayor se ha utilizado por algunas décadas y ha cumplido varias labores importantes: la de resolver el problema de la clasificación de una de las enfermedades mentales, la de orientar los esfuerzos en su investigación y la de guiar las intervenciones terapéuticas diseñadas para la recuperación de la salud.

Lo que sabemos hasta ahora de la depresión

Los hallazgos de la investigación en depresión han revelado que la depresión ocurre en casi el doble de proporción en mujeres en comparación con los hombres (Seedat et al., 2009), y que afecta al 5% de la población adulta a nivel mundial (WHO, 2021).

También se ha encontrado que aumenta las probabilidades de sufrir diabetes mellitus, enfermedades cardiacas e infartos; que el 50% de los 800 000 suicidios por año ocurren dentro del contexto de un episodio depresivo y que las personas con depresión tienen 20 veces más probabilidades de morir por suicidio que la población general.

La causa definitiva de la depresión no ha sido del todo esclarecida, pero se conoce que la contribución genética de la enfermedad es del 35%, que también puede ser influida por mutaciones y que la historia de la persona juega un papel importante: abusos sexuales, físicos o emocionales están fuertemente asociados con el riesgo de desarrollar depresión.

El curso de la depresión es prácticamente único en cada persona, sin embargo, personas con síntomas más severos, coocurrencia con otros diagnósticos psiquiátricos (comorbilidad) y un pasado de abusos se encuentran con un pronóstico menos favorable (Otte et al., 2016).

Se ha estimado que la duración media de un episodio de depresión es de 13 a 30 semanas y aproximadamente el 70% de los pacientes se recuperan luego de un año. Existe otra cara de la moneda frente a esta realidad. En personas con atención ambulatoria solo el 25% se recupera en 6 meses y después de dos años, más de la mitad tienen todavía depresión. Además, incluso después de recuperarse del trastorno, los pacientes reportan síntomas residuales y problemas para funcionar en las actividades cotidianas. A medida que aumenta la edad del paciente, sus pronósticos son menos favorables.

En este artículo se presenta la definición de mayor consenso alcanzada sobre la depresión, su prevalencia a nivel mundial, sus síntomas con los que se la define, su pronóstico y su evolución. Un conocimiento más preciso de la depresión es necesario para aumentar su identificación en la población general que contribuirá a que la toma de decisiones sea más rápida y que, por extensión, su pronóstico sea mejor.


Bibliografía

Otte, C., Gold, S. M., Penninx, B. W., Pariante, C. M., Etkin, A., Fava, M., Mohr, D. C., & Schatzberg, A. F. (2016). Major depressive disorder. Nature Reviews Disease Primers, 2(1), 16065. https://doi.org/10.1038/nrdp.2016.65

Seedat, S., Scott, K. M., Angermeyer, M. C., Berglund, P., Bromet, E. J., Brugha, T. S., Demyttenaere, K., de Girolamo, G., Haro, J. M., Jin, R., Karam, E. G., Kovess-Masfety, V., Levinson, D., Medina Mora, M. E., Ono, Y., Ormel, J., Pennell, B.-E., Posada-Villa, J., Sampson, N. A., … Kessler, R. C. (2009). Cross-national associations between gender and mental disorders in the World Health Organization World Mental Health Surveys. Archives of General Psychiatry, 66(7), 785–795. https://doi.org/10.1001/archgenpsychiatry.2009.36

WHO. (2021, September 13). Depression. World Health Organization. https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/depression

Posts Relacionados

Ir al contenido