Existe mucha desorientación en el DSM 5. Con aproximadamente más de 1000 síntomas, las distintas combinaciones entre ellos constituyen 297 diagnósticos diferentes. Sin embargo, no todos ellos son igual de importantes para determinar un diagnóstico y si una persona cumple solo una parte de una lista de síntomas, o los cumple todos, puede terminar recibiendo el mismo diagnóstico.
Esto quiere decir que hay distintas maneras de ser diagnosticado con el mismo trastorno. Por ejemplo, se ha estimado que la cantidad posible de combinaciones de síntomas que se puede configurar para ser diagnosticado con Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) es de 636 120 y para Depresión es de 227 configuraciones posibles.
Esta situación resalta la heterogeneidad de los perfiles de síntomas dentro de los trastornos, además de significar problemas en la comunicación. Cuando un clínico afirma: “este paciente tiene TEPT”, ¿qué quiere decir exactamente? ¿A cuál de todas las configuraciones se refiere?
Además, ocurre que los síntomas experimentados por un paciente suelen formar parte de varios trastornos distintos a la vez (ansiedad y ataque de pánico) y que, a medida que pasa el tiempo, el diagnóstico de trastornos de un paciente puede ir cambiando (ansiedad y fobia).
Los problemas con el DSM no terminan aquí. Al organizar síntomas en trastornos, se asume que el DSM conoce y comprende las diferencias individuales en la manifestación de los trastornos, sin embargo, asumir que un listado de síntomas con tantos problemas conceptuales las considera, carece de todo fundamento científico.
Por otra parte, el DSM también incluye secciones para perfiles diagnóstico no especificados, es decir, para perfiles diagnósticos con síntomas de diferentes trastornos mezclados. Esto implica un reto para los pacientes asignados con tales perfiles porque supone una búsqueda inquietante de una mejor representación de su situación.
Finalmente, de cara a la investigación, la elección de tratamientos o métodos nuevos de intervención empiezan con la selección de una muestra que ha sido diagnósticada usando el DSM 5. Desde luego, si existen problemas con el diagnóstico y la categorización de pacientes, también existirán problemas en la determinación de los mejores tratamientos para esta población.
Todos estos problemas han sido confirmados científicamente en un estudio recientemente publicado. El estudio observa una elevada diferencia entre los síntomas de pacientes con un mismo diagnóstico —cerca de un 40.5%— con un porcentaje similar en la diferencia de síntomas entre diagnósticos distintos.
Esto quiere decir que el DSM no es tan bueno en la discriminación de individuos de acuerdo con un perfil de síntomas específico. Lo que logra en su clasificación es enfatizar las características de pequeños grupos de síntomas del conjunto total de síntomas que presenta un paciente.
Esta situación exige que la tarea de clasificación y diagnóstico de enfermedades mentales sea profundamente revisada y actualizada. Como se puede comprobar, la gestión actual de síntomas y del diagnóstico adolece de problemas esenciales y que cuestionan su objetivo original.
Los autores de esta investigación concluyen que una posible solución a todos estos problemas sea la utilización de grandes bases de datos de síntomas que permitan finalmente entender su estabilidad y desarrollo en el tiempo y las relaciones que guardan entre sí.